Sasa Ñan es camino difícil, un camino que solo unos lo recorren. El sol abrazándote por la espalda, el hambre y la sed que te inca en el vientre, levantar la cabeza y ver que el camino está cada vez más cerca sin pensar que cada vez es más difícil, saltar una duna y te das cuenta de que faltan un par de kilómetros más, unos con duras penas siguen el camino, otros con una energía envidiable siguen como si nada importara. Mirar hacia atrás y darte cuenta que otros recién comienzan el viaje pero que tienen más energía que tu, así que caminas más rápido para que no te pasen. La noche cae, te das cuenta que sigues caminando y se te es más difícil ver tu propia mano, pero la oscuridad no derrumba el espíritu.

 

 

En el departamento de Arequipa, en la provincia de Camana, existe un pueblo llamado Quilca donde la gente del cañon del colca, los collaguas, llevaban a la Virgen de la candelaria para que los proteja.  En uno de sus viajes la virgen se volvió muy pesada y ellos pensaron que la virgen se quería quedar en Quilca y ahí se quedo. Es desde ese momento que se crea una tradición para llegar a ella.

 

Una peregrinación es un viaje que un creyente realiza para llegar a un santuario. En este caso ya es una costumbre caminar 37 kilómetros por un camino de arena y roca para llegar al pueblo de Quilca donde se encuentra la Virgen de la Candelaria.

 

 

 ¿Cuál es el motivo?, ¿Pasión?, ¿Promesas hechas?, ¿Qué motiva a estos seres a recorrer tan larga distancia?, la respuesta: Fe.